sábado, mayo 27, 2006

Cursa de Muntanya de Collserola

El domingo 21 de mayo acudí a Cerdanyola junto a los hermanos Vázquez, Fernando y Alejandro. Para Fernando y para mí era la tercera vez que competíamos en la clásica de montaña de Cerdanyola, mientras que para Alex era la primera. El día amaneció soleado y prometía caluroso cuando todavía faltaba casi una hora para el inicio de la prueba. Hasta la línea de salida llegaba el delicioso olor de las brasas donde los voluntarios se aprestaban a cocinar las butifarras con las que obsequiarían a los corredores tras su llegada a la meta. A las nueve y media en punto sonó el disparo que marcaba el comienzo de la carrera. El circuito era el habitual de otros años (vamos ya por la decimosexta edición): 13,6 kilómetros por un terreno que nos resulta muy familiar ya que es el escenario habitual de muchas de nuestras tiradas largas de los domingos. El primer kilómetro trascurrió por las calles de Cerdanyola para después dejar el asfalto para internarnos por los caminos de Collserola. Los trabajos de acondicionamiento de las pistas forestales, que han sido allanadas y ensanchadas, le han restado a esta cursa gran parte de su carácter montañero, pero nada de su dureza. Tomamos dirección hacia Can Catá y continuamos la ascensión hasta aproximadamente el kilómetro siete. La organización había previsto tres puntos de avituallamiento con agua y fruta: una delicia cuando se corre en un día caluroso y seco por caminos polvorientos. La segunda parte de la prueba, casi toda cuesta abajo transcurrió por senderos más estrechos y sombríos, una buena oportunidad para aumentar la velocidad y recuperar el tiempo perdido durante la ascensión. A falta de poco menos de dos kilómetros dejamos el bosque para cruzar un prado sobre el que caía el sol a plomo. Al fondo, ya se veían las primeras casas de Cerdanyola. Los corredores nos íbamos derritiendo bajo el sol que iba ganando altura en el cielo. Cruzamos el río y, para acabar, la puntilla, más de un kilómetro de subida -y qué subida- hasta el polideportivo de Fontetes donde estaba fijada la meta. Fue duro pero logré rebajar mi anterior marca personal en esta carrera en más de 5 minutos, terminando en 01:11:36. Un poco más tarde llegarían Fernando y Alex. Exhaustos, pero con la satisfacción de haber superado un nuevo desafío, dimos cuenta del tradicional almuerzo a base de butifarra, helado y sandía sentados al borde de la piscina.